"Ahora los niños sufren una gran presión"
«Cada vez somos menos tolerantes con la conducta normal de los niños», asegura el pediatra Carlos González. «Ahora los pequeños sufren una gran presión y, ante esa situación, no resulta extraño que, incluso, padezcan enfermedades nuevas como la hiperactividad. Muchas familias se asustan o se confunden ante circunstancias que son habituales y que en muchas ocasiones se solucionan explicando sencillamente lo que sucede».
«Cada vez somos menos tolerantes con la conducta normal de los niños», asegura el pediatra Carlos González. «Ahora los pequeños sufren una gran presión y, ante esa situación, no resulta extraño que, incluso, padezcan enfermedades nuevas como la hiperactividad. Muchas familias se asustan o se confunden ante circunstancias que son habituales y que en muchas ocasiones se solucionan explicando sencillamente lo que sucede».
El especialista no es partidario de dar consejos generales en esta materia. «No más allá de recomendaciones como no pegar o no dar alcohol», apunta irónicamente y explica la multiplicidad de problemas en torno al cuidado de los menores por el poco tiempo que se pasa en su compañía. «Algunos padres se sienten obligados a hacer cosas extraordinarias, como la estimulación precoz u otras, para compensar esa falta». El autor de 'Entre tu pediatra y tú', recientemente editado, analiza diversas cuestiones fundamentales relacionadas con la atención a los más pequeños.
- Cambio de roles
La mayor implicación del padre en la educación infantil es cuestionada por González. «El imperativo biológico manda», alega y, si bien reconoce que ahora ellos cocinan y cambian pañales, subraya la creciente desvinculación del progenitor con los hijos mayores. El médico apunta a que antes jugaban con los niños, pero las ocupaciones y la televisión parecen impedirlo y, como consecuencia, las relaciones intrafamiliares se resienten en esa etapa del desarrollo.
También se refiere a las tensiones generadas por el nacimiento del bebé, convertido súbitamente en el protagonista de todas las atenciones. Según su experiencia, resulta frecuente que se produzcan celos paternos, pero sugiere que los compañeros maduros y equilibrados han de comprender los cambios y colaborar. «Aunque hay quien parece buscar en su esposa los cuidados que no tuvo de pequeño». - El sueño perdido
Los niños no duermen solos. El pediatra rechaza la teoría de que deben conciliar el sueño en habitaciones propias desde temprana edad, planteamiento defendido por el denominado método Estivill. «Entonces, lo que puede ser sencillo, es decir, estar con él y que se duerma solo, se convierte en interminables paseos por el pasillo a lo largo de la noche».
También critica el mensaje implícito de que no vale la pena llorar, que no le harán caso aunque se desgañite. Además, a su juicio, la práctica va contra nuestros instintos. «Cuando un niño gime, instintivamente intentamos consolarlo».
No cree que se puedan inculcar malos hábitos atendiendo sus requerimientos. «La idea de que los niños aprenden por costumbre es una falsa creencia muy extendida», indica. «Cambian con el tiempo, a los cuatro no piden ir en brazos, a los ocho no se dejan dar la mano y con doce evitan que los beses delante de sus amigos». - A la mesa
¿Cuatro comidas diarias? «Es otra tesis que se defiende y que, curiosamente, los adultos no llevamos a cabo», reprocha y reconoce que es absurdo intentar imponer algo que nosotros no realizamos. «No seguimos ese número ni lo mismo en cada toma, ni siquiera a las mismas horas dependiendo del día de la semana».
El periodo de lactancia también es objeto de controversia. «Cada cual ha de tomar sus propias decisiones al respecto», defiende González y sugiere que, si las madres están dispuestas, disfruten de esta relación con su hijo, «pero que no lo hagan porque se sientan obligadas». - Crece, niño, crece
El pediatra también recomienda la valoración individual en esta cuestión y achaca cierta culpabilidad médica en la generación de obsesiones. «Los médicos constantemente pesamos y medimos a los bebés», señala y lamenta que se llegue a asegurar que la mitad no crece como debería cuando «el 95% de los niños tiene un desarrollo normal». Frente a esa exageración, alega la importancia de la obesidad infantil, uno de los mayores problemas infantiles es la obesidad. «Se insiste tanto en que coman más, que al final, comen más». - Consumo infantil
Algunos padres consideran que las vacunas son contraproducentes, que constituyen una amenaza para la salud de sus hijos, otros consideran que se trata tan sólo de un pingüe negocio de la industria farmacéutica e, incluso, se aducen motivaciones éticas o religiosas. «Hablamos de un fenómeno creciente», advierte el doctor. «Hay demasiada manipulación al respecto. La gente debe saber que son necesarias y que se fabrican con unos baremos de calidad que nada tienen que ver con la presión del imperialismo americano».
La presión comercial es otro factor que cambia conductas en la educación y el cuidado de los niños. «Se vale de la enorme facilidad de las madres para sentirse culpables», arguye. «Ante cada nuevo producto, surge la pregunta de si lo debería comprar, estará calentito, más desarrollado, más feliz, cuando lo único que demanda es que estés con él. ¡Ya cumplirá doce años y pedirá de todo!».
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